jueves, 11 de marzo de 2010

Centenario del nacimiento de Chopin (1810-1849)

Fryderyk Franciszek Chopin (en francés, Frédéric François Chopin, Żelazowa Wola, Polonia, 1 de marzo de 1810 — París, 17 de octubre de 1849) es considerado uno de los más importantes compositores y pianistas de la historia. Su perfecta técnica, su refinamiento estilístico y su elaboración armónica han sido comparadas históricamente con las de Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven por su perdurable influencia en la música de tiempos posteriores. La obra de Chopin representa el Romanticismo musical en su estado más puro.


Biografía 

Nació en una aldea de Mazovia, a 60 kilómetros de Varsovia en el centro de Polonia, en una pequeña finca propiedad del conde Skarbek. Su padre, Mikołaj (Nicolas) Chopin (Marainville, Lorena, 1771-1844) era profesor de francés y literatura francesa; también era preceptor de la familia del conde Skarbek. Su madre, Tekla Justyna Kryżanowska (Dlugie, Kujawy, 1782-1868) pertenecía a una familia de la nobleza polaca venida a menos y era gobernante de la finca donde vivían.
A partir de julio de 1823 el jovencito compaginó sus estudios de piano con sus cursos en el Liceo de Varsovia (donde enseñaba su padre). Se graduó cum laude en 1827. Viajó por primera vez fuera de Polonia: en Silesia del Sur. Continuó sus estudios musicales, pero no asistió a las clases de piano. En este tiempo, compuso sus primeras obras. Su profesor escribiría en las calificaciones finales de sus estudios: "talento sorprendente y genio musical".

En mayo de 1829, el célebre violinista italiano Niccolò Paganini llegó a Varsovia a dar conciertos. Chopin acudió a verlo y quedó profundamente deslumbrado por su virtuosismo.

Su prestigio local como compositor y pianista ya traspasaba las fronteras de su patria. En 1829 realizó un breve viaje a Viena. El éxito fue apoteósico y el joven compositor no salía de su asombro por la cálida aceptación de sus composiciones y su técnica interpretativa por parte del exigente público vienés. La crítica fue inmejorable, pero algunos criticaron el poco volumen que conseguía en el piano, parte de su estilo de interpretación, más adecuado al salón que a la sala de conciertos.
Después de pasar por Praga, Dresde y Breslau, regresó a Varsovia, donde se enamoró de Konstanze Gladkowska (1810-1880), una joven estudiante de canto del Conservatorio. Aquel romance fue un ardiente sentimiento, mas no decisivo, pues ya estaba completamente decidido a ser un compositor y pronto decidió emprender un «viaje de estudios» por Europa.
Paralelamente, se producían entonces en Varsovia unos levantamientos y asonadas que fueron severamente reprimidos y causaron muchas muertes. Estas visiones impresionaron profundamente al artista, que años después compondría en homenaje a esos manifestantes su célebre Marcha Fúnebre (incluida después en la Sonata para piano n.º 2 en si bemol menor Op. 35).




Su segunda estancia en la capital del Imperio austríaco no fue ni mucho menos tan feliz. Además, no era nada fácil conquistar el gusto del bullicioso público vienés: El público sólo quería oír los valses de Lanner y Strauss.

Chopin, además de conocer a músicos como Anton Diabelli, Vaclav Jirovec, Joseph Merk y Josef Slavik, y de asistir a varios eventos musicales y óperas, las fuertes y dramáticas experiencias y emociones inspiraron la imaginación del compositor, y probablemente aceleraron el nacimiento de un estilo nuevo e individual, diferente al brillante estilo anterior. Compuso el Nocturno n.º 20.


Llegó a París en el otoño de 1831. La ciudad era el centro mundial de la cultura, y muchos de los mayores artistas del mundo vivían allí: Victor Hugo, Honoré de Balzac y Heinrich Heine entre los escritores. Pronto el joven polaco conocería a varias de estas luminarias, y llegaría a formar una parte importante de esa intensa actividad cultural.

Su primer concierto público fue tan fabuloso que se convirtió en el tema de conversación de toda la ciudad. Entre el público se encontraban músicos de la talla de Felix Mendelssohn y Franz Liszt, y entabló pronto amistad con el último, que también vivía en la ciudad. Él se sentía sorprendido y estimulado por la intensa vida cultural, y también por la libertad de acción que podía ejercer. Asistía a conciertos y a óperas; fascinado.

Desde mayo de 1832 comienza a ganarse la vida dando clases de piano y pronto llegaría a convertirse en un pedagogo muy requerido y bien pagado. Prefirió presentarse en las veladas o soirées que se ofrecían en los salones de la sociedad aristócrata, en una atmósfera intimista con una pequeña y singular audiencia, no ávida de virtuosismo, sino especialmente culta y sensible y afín al músico. También participó activamente en las protestas por la política rusa llevada a cabo en Polonia, haciéndose refugiado político en París.


Chopin como maestro

Chopin eligió el oficio de pedagogo como medio de vida por razones de necesidad: sus composiciones le significan sumas ínfimas y ofrece muy pocos conciertos – y a menudo en beneficio de alguna obra de caridad. Aun cuando gran cantidad de alumnos pertenecen a la aristocracia parisina (George Sand se referirá irónicamente – casi todas estas aficionadas son mujeres – a las “magníficas condesas”, las “deliciosas marquesas”, las “alumnas idólatras”) también tendrá – para su alegría – una quincena de alumnos de valía que no pertenecen a la aristocracia.

En cuanto al método de enseñanza, Chopin no es un pedagogo formado sino un creador de música, se entregará a la enseñanza “sin la menor idea preconcebida” y no seguirá ningún sistema preestablecido; adaptará su enseñanza a las aptitudes del alumno y cuando el alumno lo merece las clases, establecidas en tres cuartos de hora de duración, las prolongará hasta dos y tres horas.

Este oficio de pedagogo al cual lo empuja la necesidad más que la vocación (que es la de compositor) lo ejercerá con plena conciencia y gran cortesía (solo desmentida por frecuentes accesos de cólera cuando el alumno se extravía)


Amor y compromiso

En el invierno de 1835 se sintió tan mal, que creyó que se moría; de hecho, en ese momento, escribió el primer borrador de su testamento, estaba tan afligido, que incluso llegó a pensar en suicidarse.En la primavera de 1836, su enfermedad volvió a manifestarse con énfasis.


Al regresar a París, fue abandonando poco a poco las salas de concierto para concentrarse en la composición. Daba aproximadamente cinco clases de piano diarias a diferentes jóvenes adinerados, pero nunca pudo ocultar su aburrimiento y su desdén por estos niños sin talento, que estudiaban piano sólo porque sus padres disponían de dinero para pagar a un gran maestro.


George Sand

La relación con Sand, fue difícil y tormentosa. El joven polaco tenía entonces 26 años, y la dama 32 y hasta entonces, él se había comportado discretamente, como una especie de refinado dandi que llevaba una activa vida social en su ámbito. Al ser presentados, Sand murmura al oído de Mme. Marliani. «Ese señor Chopin, ¿es una niña?»

Durante ese verano, el músico viajó a Londres. A su regreso vuelven a encontrarse, esta vez en una reunión de amigos en casa de Chopin, a la cual Sand acude intencionalmente ataviada a la polaca, y escucha subyugada al dúo de Liszt y Chopin.
Sand queda prendada de Chopin y su relación durará aproximadamente ocho años, en los cuales la pasión pronto dará lugar a la amistad. George Sand brindará apoyo y protección a la frágil situación de Chopin -tanto física como económica- en tanto que Chopin para Sand será una figura pacificadora en una etapa para ella difícil de crecimiento de sus hijos (de niños a adolescentes).

Comenzarán su vida de pareja instalados en París, en viviendas contiguas, Sand con sus niños. Y sólo después de la aventura de Mallorca. Allí se instala un polo de atracción para amigos comunes, que pasan temporadas con ellos (de la talla de Delacroix, Víctor Hugo, Liszt y muchos otros)





Mallorca
Al aproximarse el invierno de 1838 su salud se había resentido, y su médico le aconsejó el clima saludable de las Baleares para mejorarse. Así, el compositor, Sand y los dos niños de ella viajaron a Barcelona, donde se embarcaron en el paquebote «El Mallorquín», que los dejaría poco después en Mallorca.

Allí pasaron el invierno, y allí compuso la mayor parte de sus 24 Preludios op. 28. En la hermosa isla, se confirmó el diagnóstico de su enfermedad: el joven músico había contraído tuberculosis. Dicha enfermedad, catalogada como altamente contagiosa no
afectó en absoluto a la escritora y sus hijos, dato este que ha hecho replantearse a algunos expertos el diagnóstico. La posibilidad de que Chopin padeciese entonces algún otro tipo de afección degenerativa de las vías respiratorias no catalogada hasta entonces cobra desde hace unas décadas más fuerza.



Otra vez París

Pese al tiempo invertido en la enseñanza, no deja de componer numerosos estudios, sonatas y scherzos para piano. Su fama, ya grande en los países occidentales, se volvió enorme en su Polonia natal, cosechando excelentes críticas y comentarios de la prensa y el público. El poeta Heinrich Heine escribía en Lutece: Chopin es un gran poeta de la música, un artista tan genial que solo puede compararse con Mozart, Beethoven, Rossini y Berlioz.

Hacia 1845, su salud comenzó nuevamente a deteriorarse, pautando el proceso de debilitamiento que finalmente lo conduciría a la muerte.


El canto del cisne

El 16 de febrero de 1848, ante una sala repleta –con entradas difíciles de conseguir y vendidas mucho antes- Chopin ofrece su último concierto parisino. Un concierto largo que para él fue el canto del cisne –tuvo en el entreacto un síncope en el vestíbulo. Aun cuando dio algunos conciertos en Londres, ninguno sería como éste en la comunión que hubo con el público presente.
La salud de Chopin empeora. El viaje que prepara a Londres y su estancia allí, no le sientan nada bien. Vuelve a dar clases, cinco alumnos hacia finales de mayo.
El 23 de noviembre de 1848 sale de Londres para regresar a París adonde su amigo Grzimala le ha alquilado un departamento con vista al sur, más confortable que aquél que tenía al irse hacia Gran Bretaña, adonde pasará sus últimos meses.


El final 


El comienzo del año 1849 encontró a Chopin demasiado débil como para enseñar. Al difundirse la noticia de que su estado empeoraba, gran parte de la sociedad parisina (incluyendo sus coterráneos residentes allí) quiso ir a visitarlo: alumnos, amigos, damas, todos aquellos que lo habían aplaudido cuando estaba frente al teclado quisieron verlo para decirle adiós. El más fiel de todos era el pintor Delacroix, que lo visitaba casi cada día para confortarlo y darle su aliento.

Chopin sabía que se moría, pero, sorprendentemente, dijo a los circunstantes: Encontraréis muchas partituras, más o menos dignas de mí. En nombre del amor que me tenéis, por favor, quemadlas todas excepto la primera parte de mi método para piano. El resto debe ser consumido por el fuego sin excepción, porque tengo demasiado respeto por mi público y no quiero que todas las piezas que no sean dignas de él, anden circulando por mi culpa y bajo mi nombre. Afortunadamente para nosotros y el arte universal, ninguno de los presentes se avino a cumplir semejante orden.
Ya en plena agonía, tuvo aún la fuerza suficiente para otorgar a cada visitante un apretón de manos y una palabra amable. A las dos de la madrugada del 17 de octubre de 1849, murió. Durante el entierro en el Cementerio de Père-Lachaise, se tocó la Marcha fúnebre de su Sonata Op. 35.


Su música

Chopin representa un extraño caso entre los grandes compositores, pues la mayor parte de sus obras son para piano solo. Su música de cámara y vocal es escasa y la orquestal comprende unas cuantas obras concertantes. En todas ellas, siempre hay un piano involucrado. Sus amigos y colegas le animaron a abordar otros géneros; el músico comentaba: Dejad que sea lo que debo ser, nada más que un compositor de piano, porque esto es lo único que sé hacer.
El piano alcanzó en el siglo XIX su máxima popularidad. Había dejado completamente de lado al clavicémbalo y se adecuó perfectamente a la expresión individual del sentimiento, característica del Romanticismo. Los fabricantes perfeccionaban el instrumento mejorando su variedad de matices, la pureza y riqueza del timbre y las posibilidades sonoras.
Los primeros testimonios acerca del estilo de tocar de Chopin provienen de su primera gira, en Viena, en que se admiró la extraordinaria delicadeza de su pulsación, una indescriptible perfección técnica, su completa gama de matices, fiel reflejo todo ello del más profundo sentimiento. Sin embargo, también se le criticó su poco volumen.

Sabemos que la sonoridad de Chopin al piano era delicada; no impresionaba la fuerza ni el sonido, sino los matices y los contrastes. La falta de fuerza no se debió necesariamente a la enfermedad como a veces se ha dicho; era parte de su propio estilo interpretativo. Por esa razón, el sonido de Chopin se avino muy bien a las veladas o soirées de la aristocracia; el músico prefirió presentarse en esos pequeños salones, con un breve y selecto auditorio, en donde era posible una singular comunión. Chopin no fue un concertista de piano (como Thalberg o Liszt), sino fue un pianista-intérprete de sus propias obras, y llegó a tener una posición envidiable como tal. Tampoco era un ejecutante arrollador y teatral. Otra razón por la que quizás evitó los grandes auditorios fue su extraordinario nerviosismo para enfrentarlos.
Chopin descubrió el verdadero potencial del piano para construir un mundo poético de melodía y color. Sus obras son de una naturaleza profundamente pianística: comprendió la capacidad del cantabile del instrumento, muy distinta del canto o del violín, como entonces se pretendía, “inventó” una nueva manera de tocar y exploró sus recursos tímbricos mediante la armonía, la extensión, la resonancia y el pedal. A medida que profundizó en ella, se aproximó a una sensibilidad más alucinada del sonido. Por ello, su trascendencia e influencia en la música para piano fue inmensa, hizo posible las investigaciones posteriores.


Chopin y el romanticismo

La carrera de Chopin (desde 1831 en París hasta 1849) se desarrolla durante el Romanticismo, en su segundo periodo conocido como “Romanticismo pleno”. Además de él, en Europa brillaban en aquellos años Berlioz, Paganini, Robert Schumann, Mendelssohn, Meyerbeer y las primeras óperas de Verdi y Wagner.
Muchos rasgos de la vida de Chopin son símbolos del romanticismo: su aire de misterio, su doloroso exilio, su inspiración atormentada, su refinamiento, incluso su temprana muerte por la tisis son temas románticos típicos. Sin embargo, es preciso notar que las biografías novelescas (también algunas películas) y las interpretaciones exageradas han terminado por falsificar la imagen del músico y su genio.

Otro aspecto romántico en Chopin es el hecho de que su sentimiento lírico termine por quebrantar siempre la realidad patente. “Rosas, claveles, plumas de escribir y un poco de lacre... y en ese instante ya no estoy en mí, sino, como siempre, en un espacio totalmente distinto y asombroso... aquellos espaces imaginaires”. Su preferencia por las formas breves, sobre todo por la pieza de carácter (el nocturno, la balada) es típicamente romántica. También el recoger géneros clásicos o históricos para tratarlos en forma no convencional (la sonata, el concierto y el preludio). Y sobre todo, su marcado nacionalismo musical, manifestado en la adopción y estilización de formas procedentes de la música folclórica de Polonia como la polonesa y la mazurca, reivindicando el sentimiento patriótico, precisamente en tiempos de opresión rusa.

A veces se ha considerado a Chopin un músico “plano”, que mantuvo un solo estilo desde la madurez artística que alcanzó por el tiempo en que salió de Varsovia (1830), sin etapas marcadas o una línea evolutiva como sucede en otros compositores. Sin embargo, se distingue en él un último periodo creativo o "estilo tardío", en el que el dramatismo y los efectos violentos ceden su paso a la gran concentración, la moderación del gesto y un lirismo más profundo. A él pertenecen el Scherzo n.º 4, la Sonata n.º 4, la Balada n.º 4, la Barcarola, la Polonesa-Fantasía, los Nocturnos Op. 55 y 62 y la Sonata para cello. Estas obras revelan la búsqueda de nuevos moldes formales, armónicos y sonoros.




Música polaca: Polonesas, mazurcas y otros

Iniciando su carrera simbólicamente bajo la impronta del folclore polaco, la primera composición de Chopin (a los 7 años) fue la Polonesa en sol menor. Sin embargo, esta obra, junto a sus primeras polonesas, tiene más de calco de la música “folclórica” de autor. Hacía un siglo que la polonesa, la popular danza polaca, se había convertido dentro de la música clásica instrumental en una lenta y galante danza convencional más con un singular pie rítmico. Pronto, el adolescente Chopin conocería la naturaleza de la verdadera polonesa en las festividades campesinas, donde bailó, transcribió melodías e incluso llegó a tocar instrumentos folclóricos: su asimilación del folclore no fue superficial. Así, en su madurez sus polonesas recogieron el vigor rítmico y el espíritu caballeresco y heroico de su país, lleno de audaces armonías y bajo una brillante y emotiva escritura pianística.



Lo mismo pasó con sus mazurcas. Sin embargo, en ellas son más evidentes la impregnación de los ritmos, las armonías, las formas y los rasgos melódicos de la música popular polaca: emplea recursos "exóticos". Hace muy poco uso de temas folclóricos reales: crea un “folclore imaginario”.
Sin embargo, la influencia de la música polaca no se limitó a estos dos géneros musicales. Las características del folclore invadieron todos sus parámetros musicales. Nietzsche destacó en Chopin la esencia eslava como energía liberadora (de la influencia alemana), junto a la superación de la esfera étnica con la elegancia suprema del gesto cosmopolita, del ideal clásico de Belleza. Según el filósofo, todo ello le permitió a Chopin liberarse de las inclinaciones hacia lo que es feo, oscuro, pequeño burgúes, grosero o pedante. En su dolorosa situación de exiliado, acudió como los artistas populares a las fuentes populares para expresar la afirmación de su pueblo en peligro.

Valses y otras danzas

Además de las polonesas y las mazurcas, Chopin compuso obras basadas en otras danzas. Al igual que aquéllas, estas piezas no son precisamente música para bailar, sino una estilización, "música de salón" (como buena parte de la producción de Chopin), escrita para tocar en los salones, aunando el impulso rítmico, la expresión y el brillo instrumental. Tenemos el Bolero Op. 19, Tarantella Op. 43, las Eccosaises Op. 72 n.º 3-5, o incluso la Barcarola Op. 60.
En esa época, el vals era el baile vienés que comenzaba a hacer furor en los salones de Europa, gracias sobre todo a Josef Lanner y Johann Strauss. Sin embargo, la mayoría de los valses chopinianos están lejos de ese carácter. Para Mendelssohn, éstos no tenían de vals más que el nombre. Quizás no deba buscarse en éstos lo danzable, pues parecen transmitirnos sugestiones que no aluden directamente al baile, sino al recuerdo personal que le dejó el ambiente.
El lenguaje armónico de Chopin es absolutamente original, pleno de complejas armonías cromáticas; también emplea recursos más "exóticos". Las cincuenta y cinco Mazurcas que compuso representan un microcosmos musical en sí mismas. Sus Estudios y Preludios están fuertemente influidos por el afán de variedad y la maestría técnica de "El clave bien temperado" de Johann Sebastian Bach.
Siendo uno de los más destacados pianistas de la historia, quizás el más técnico y el más refinado, las enseñanzas que dejará para los compositores posteriores entroncan en la tradición mozartiana más pura.
La obra de Chopin se encuentra entre las más originales e influyentes de la historia de la música, y por este motivo se le compara con frecuencia con Johann Sebastian Bach y Wolfgang Amadeus Mozart. Chopin descubrió el verdadero potencial del piano para construir un mundo poético de melodía y color. Este avance impuso las bases de toda la composición pianística posterior. Para superarlo hubo que esperar a Bartók, Debussy, Ravel y Prokofiev, entre otros.
La estética chopiniana, pues, se conformó mezclando la proporción clásica de Bach y el amor al bel canto operístico de Mozart y Bellini, combinados también con la herencia musical polaca. Gracias a esta última, el emigrado se convirtió, además, en el primer compositor nacionalista de su país.

Homenajes

En todo el mundo existen multitud de festivales, asociaciones musicales, escuelas e institutos que llevan el nombre de Frédéric Chopin. Tal vez el más importante festival sea el concurso de piano que se celebra en Varsovia cada cinco años en memoria del gran compositor.
Asimismo, el aeropuerto internacional de Varsovia se llama Frédéric Chopin. El asteroide descubierto en 1986 por el astrónomo Eric Walter Elst ha sido bautizado (3784) Chopin. Otros varios objetos del Sistema Solar han sido bautizados en homenaje al gran polaco, incluyendo un cráter en el planeta Mercurio. El videojuego llamado Eternal Sonata narra la historia de él en su lecho de muerte y su último sueño.


El grupo de rock alternativo Muse ha incluido en la canción "United States of Eurasia", de su disco The Resistance, un fragmento de su prestigiosa obra Nocturno en Mi bemol mayor Op. 9 n.º 2. Además, Matthew Bellamy, cantante y pianista del grupo, dice haber sido fuertemente influenciado en su trabajo y composición por Chopin.




Obras
Frédéric Chopin compuso 264 piezas.
61 Mazurcas
26 Preludios.
26 Valses.
27 Estudios.
20 Polonesas
21 Nocturnos.
18 Canciones.
11 Variaciones.
4 Rondós.
3 Sonatas.
1 Sonata para piano y violonchelo.
4 Scherzos.
4 Baladas.
4 Impromptus.
2 Conciertos para piano y orquesta.
2 Introducciones.
2 Marchas Fúnebres.
2 Escocesas.
2 Bourrées.
1 Trío para cello y piano.
1 Gran dúo para chelo y piano.
1 Krakowiak.
1 Fantasía sobre aires polacos.
1 Polonesa brillante para chelo y piano.
1 Polonesa-fantasía.
1 Impromptu-Fantasía.
 Fantasía.
1 Largo.
1 Andante Dolente (perdido).
1 Andante spianato y gran polonesa para piano y orquesta.
1 Moderato.
1 Andantino.
1 Feuille d'Album para piano.
1 Wiosna (canción).
1 Allegro de Concierto.
1 Bolero.
1 Tarantela.
1 Berceuse.
1 Barcarola.
1 Contradanza.
1 Arreglo para piano.
1 Cantabile.
1 Canon.
1 Fuga.
1 Marcha Militar (perdida).
1 Veni Creator.

Fuentes: http://www.wikipedia.es/ y http://www.youtube.es/ así como la galería de imágenes de http://www.google.com/